El Estado Mayor Presidencial: Historia, Funcionamiento y una Lección de Seguridad en la Era Sheinbaum
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En el corazón de la seguridad presidencial mexicana late una institución con más de dos siglos de historia: el Estado Mayor Presidencial (EMP). Creado en los albores de la Independencia, este cuerpo élite no solo custodiaba la integridad del mandatario, sino que tejía una red de inteligencia, logística y protocolo que definía el poder ejecutivo.
Sin embargo, desde 2018, bajo el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el EMP fue disuelto —o más bien, puesto en "receso"—, reemplazado por una "Ayudantía Presidencial" minimalista que prioriza la cercanía con el pueblo sobre el blindaje militar. Este cambio, emblema de la austeridad republicana, cobró relevancia dolorosa el 4 de noviembre de 2025, cuando la presidenta Claudia Sheinbaum sufrió un acoso sexual en pleno Centro Histórico de la Ciudad de México.
El incidente no solo visibilizó la violencia de género cotidiana en México, sino que reavivó el debate: ¿debió el equipo de seguridad —heredero del EMP— actuar con mayor premura?
Este artículo explora cómo funcionaba el EMP, su legado y cómo, en su ausencia, falló en proteger a la primera presidenta del país.
Orígenes y Evolución: De Guardia Imperial a Escudo Moderno
El EMP no surgió de la nada; sus raíces se hunden en la turbulenta fundación de México. En 1823, Agustín de Iturbide, primer emperador, formó un "Estado Mayor" personal para blindarse contra las revueltas postindependentistas. Guadalupe Victoria, en 1824, lo adoptó como presidente, integrando coroneles de infantería para tareas de escolta y órdenes.
Para 1846, en plena guerra con Estados Unidos, Mariano Paredes y Arrillaga lo formalizó como "Estado Mayor Facultativo", subordinado directamente al Ejecutivo, no al Ejército regular.
Durante el Porfiriato (1876-1911), el EMP mutó: de mera protección pasó a ser un aparato de asesoría, inteligencia y logística. Reglamentos de 1900 lo estructuraron con un general jefe, ayudantes de campo y oficiales de órdenes, todos del Ejército y la Marina.
En la Revolución, Francisco I. Madero lo basó en la Ordenanza General del Ejército de 1911, ampliando su rol en la estabilidad nacional.
El siglo XX lo consolidó como pilar de la seguridad estatal. Bajo el PRI hegemónico, participó en eventos controvertidos: desde la represión en Tlatelolco (1968) hasta la "guerra sucia" de los 70-80, y el asesinato de Luis Donaldo Colosio en 1994.
Su reglamento de 2004, emitido por Vicente Fox, lo definió como "órgano técnico militar y unidad administrativa de la Presidencia", con misiones explícitas: garantizar la seguridad del presidente, su familia, exmandatarios, dignatarios extranjeros y otros por orden ejecutiva.
Estructuralmente, el EMP era un híbrido único: integraba Ejército, Fuerza Aérea y Marina, con unos 8,000 elementos en su apogeo.
Se dividía en mando, grupo de comando, compañías de fusileros, armas de apoyo y servicios. Operaba una flota aérea (9 aviones, 8 helicópteros) para traslados presidenciales. Sus miembros vestían de civil en operaciones discretas, pero lucían insignias específicas —escudo nacional, cordones de cargo— en actos formales.
Presupuestalmente, devoraba recursos: entre 2008 y 2018, creció 48% en términos reales, alcanzando 8,700 millones de pesos en 11 años, priorizando a la élite mientras la violencia común escalaba.
Funcionamiento: Protocolos de Protección y Coordinación
El EMP no era solo guardaespaldas; era un engranaje multifacético. Su reglamento (vigente hasta 2018) detallaba:
Seguridad Inmediata: Escoltas perimetrales, inteligencia preventiva y respuesta rápida a amenazas. En recorridos públicos, formaban "capas" de protección: vanguardia para scouting, flancos para contención y retaguardia para extracción.
Logística y Asesoría: Planificaban agendas presidenciales, verificaban venues y coordinaban con tres órdenes de gobierno. Administraban honores militares a visitantes extranjeros, desde arribos en el Hangar Presidencial hasta salidas.
Inteligencia y Enlace: Recopilaban datos para "prevenciones de seguridad", enlazando con agencias como la CISEN (hoy CNI). Proponían reformas orgánicas al presidente y auditaban internamente.
En esencia, el EMP era el "ejército de terciopelo": discreto pero omnipresente, con capacitación élite en México, EE.UU., Canadá, Reino Unido e Israel. Su disolución en 2018 —anunciada por AMLO como rechazo a "8 mil elementos para cuidar al presidente" (reemplazados por "20 ayudantes" y "el pueblo")— redistribuyó sus recursos a la Sedena.
Legalmente, persiste en receso, sin abrogación formal, pero operativamente, la Ayudantía Presidencial (10-20 civiles y militares) asumió roles básicos: acompañamiento en giras, sin la robustez del EMP.
El Incidente de Sheinbaum: Un Fallo que ilustra la Ausencia del EMPEl 4 de noviembre de 2025, Sheinbaum caminaba de Palacio Nacional a la SEP —un trayecto corto, a pie, por "cuestión de tiempo"—, saludando simpatizantes en el Centro Histórico.

Videos virales captaron el horror: un hombre ebrio, Uriel "N" (33 años), se acercó por detrás, le pasó el brazo por el hombro, tocó su cadera y pecho, e intentó besarla en el cuello. Ella no lo notó de inmediato; su equipo intervino segundos después, pero el daño estaba hecho.
El agresor fue detenido esa misma tarde por la SSC-CDMX, ligado a otros acosos ese día, y Sheinbaum presentó denuncia formal ante la FGJ-CDMX, tipificándolo como delito (artículo 176 del Código Penal local, hasta 4 años de prisión).
El incidente, en un México con 31.3 millones de delitos no denunciados en 2024 (ENVIPE) y 77,464 llamadas por acoso sexual desde 2018, no fue aislado: el 15.5% de mujeres han sufrido manoseo o peor (INEGI 2024), 5 veces más que hombres.
Pero como presidenta, Sheinbaum lo vivió bajo el escrutinio global, revictimizada por memes y dudas sobre "montaje". Ella lo usó para impulsar reformas: penas mínimas de 2 años por acoso, capacitación obligatoria en género para fuerzas de seguridad, y revisión de códigos penales estatales para uniformar el delito federalmente.
Aquí entra el EMP ausente. Bajo su égida, protocolos habrían sido draconianos: perímetros cerrados, drones de vigilancia, capas múltiples de escoltas y extracción inmediata ante intrusos. En 1994, protegieron (fallidamente) a Colosio; en Tlatelolco, coordinaron represión.
Con Sheinbaum, la Ayudantía —heredera minimalista— priorizó "cercanía": solo 10 elementos, sin blindaje élite. La reacción tardía (segundos, pero cruciales) generó críticas: Ricardo Monreal urgió "extremar precauciones"; expertos como los citados en CNN cuestionaron si la "responsabilidad institucional" obliga a más que "el pueblo cuida".
Sheinbaum defendió su modelo el 8 de noviembre en Nayarit: "No cambiamos; presidentes pasados tenían 8 mil soldados, nosotros 10 ayudantes. Austeridad, no privilegios".¿Cómo Debió Trabajar el EMP con Sheinbaum?
Una Hipótesis de Mejores PrácticasSi el EMP operara hoy, su interacción con Sheinbaum sería simbiótica, adaptada a su estilo progresista y de género:
Evaluación Preventiva: Antes del recorrido, inteligencia habría mapeado riesgos —ebrios en el Centro, multitudes post-mañanera— y propuesto ruta blindada o vehicular. Coordinación con SSC-CDMX para perímetros.
Ejecución en Campo: Escoltas en "formación diamante": vanguardia despejando, flancos escaneando (con detectores de metal discretos), retaguardia lista para "extracción suave". Ante Uriel "N", respuesta en milisegundos: contención no letal, aislamiento y custodia inmediata, sin esperar videos virales.
Post-Incidente: Análisis forense (inteligencia para perfiles de acosadores), apoyo psicológico (Sheinbaum mencionó un trauma similar a los 12 años) y enlace con fiscalías para agilizar denuncias. Además, asesoría en reformas: el EMP, con su red federal, habría impulsado la tipificación nacional de acoso, integrando datos de Sedena sobre violencia de género.
En resumen, el EMP habría convertido un "incidente normalizado" en una lección institucional: protección sin distancia, inteligencia con empatía.
Su ausencia expone la tensión de la 4T: cercanía vs. vulnerabilidad. Sheinbaum, al denunciar, no solo se empoderó como mujer, sino que forzó un debate nacional. Como dijo: "Si se lo hacen a la presidenta, ¿qué pasa con todas las mujeres?".
El legado del EMP urge una evolución: ¿revivirlo modernizado, o fortalecer la Ayudantía con protocolos de género? En un México de 70% de mujeres violentadas, la respuesta define no solo la seguridad, sino la democracia.





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